
Se requiere una distancia máxima de 50 metros para enamorarse, asegura el estudio.
15 de febrero de 2012Foto: Thinkstock
15 de febrero de 2012Foto: Thinkstock
Pese a que en nuestros días el término “comunicación celular” nos remite al uso de teléfonos móviles, en realidad las células de los seres vivos se transmiten información y de ellas dependen las funciones de sus organismos.
Esta ha sido la línea de investigación a lo largo de 20 años de la doctora Gilda Flores Rosales, del Departamento de Ciencias Biológicas de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Cuautitlán de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Cuando una célula es capaz de enviar una señal y modificar el comportamiento o la función de otra cercana o muy lejana se reconoce como comunicación celular. Así, una de ellas emite una sustancia al medio y ésta viaja hasta llegar a otra célula donde encuentra un receptor capaz de reconocerla químicamente entre muchísimas otras. Una vez que la señal ha sido recibida se sintetiza otra sustancia llamada segundo mensajero, que desata la cascada de reacciones al interior.
Si bien se reconoce que el mecanismo de comunicación celular está en cualquier función orgánica, su estudio por parte de la doctora Gilda Flores Rosales permite una explicación bioquímica del enamoramiento en los seres humanos.
El hombre y la mujer segregan feromonas, sustancias químicas que se producen en axilas y entrepiernas, las cuales estimulan el deseo sexual, y que (por medio del olfato) son percibidas a través del órgano vomeronasal, ubicado en la nariz.
La investigadora de la UNAM explica que las relaciones humanas se basan en cómo se comunican las células de los individuos. Es así que las feromonas pueden o no ser percibidas, y si son reconocidas por el órgano vomeronasal se vendrá una cascada de reacciones químicas y emociones.
“En los animales con el apareamiento se cumple con una de las leyes de la naturaleza que es la reproducción; a través de las feromonas que ingresan por la nariz, la hembra selecciona al macho con lo mejores genes para la cópula. En los humanos, el olfato es el sentido que se usa desde el vientre materno, de manera que los bebés al nacer no oyen bien, no ven nada, no tienen gusto y su tacto no es fino, y al sentirse inquietos pueden reconocer a la madre a través de su aroma y recuperar la calma”, detalla Flores Rosales.
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